Fuente: Prensa Municipal C del U–
Arq. Carlos Canavessi.
Centro Cultural Urquiza.
Al cumplirse 154 años del asesinato del Gral. Justo José de Urquiza, se realizó el acto homenaje a su memoria, en las instalaciones del Colegio Superior del Uruguay. El evento, que fue organizado por dicha institución en conjunto con la Municipalidad, contó con un buen marco de público que se acercó al lugar, fundado por el propio ex presidente.
Se cumplió el centésimo septuagésimo quinto aniversario de la muerte de quien es el padre de la Constitución Nacional, y figura fundamental en la organización de nuestro país, tanto social, territorial y económicamente.
En este marco, en el patio del Colegio Superior del Uruguay, se homenajeó al Gral. Urquiza a través de un sencillo acto, presidido por el Presidente Municipal, José Eduardo Lauritto, quien estuvo acompañado por la presidenta del Concejo Deliberante, Rossana Sosa Zitto, junto a los ediles.
Participaron el rector del establecimiento, Prof. Ramón Cieri; el senador Dr. Martín Héctor Oliva; el rector de la Universidad Nacional de Entre Ríos, Ctr. Andrés Sabella; la directora del Palacio San José, Lic. Guillermina Bevacqua; miembros del Ejecutivo Municipal; y miembros del Centro Cultural “Justo José de Urquiza”; autoridades educativas, gremiales y militares, y delegaciones de establecimientos educacionales uruguayenses.
Ofrendas florales
Durante el acto, honraron la memoria del General Urquiza a través del depósito de sendas ofrendas florales las siguientes instituciones: el Colegio Superior del Uruguay “Justo José de Urquiza”, el Museo y Monumento Histórico Nacional Palacio San José, la Universidad de Concepción del Uruguay, la Asociación de ex Alumnos del Colegio Superior del Uruguay “Justo José de Urquiza”, el Centro Cultural “Justo José de Urquiza” y la Municipalidad de Concepción del Uruguay.
El magnicidio entrerriano de 1870:
Comenzaba a anochecer aquel lunes 11 de abril, en la Semana Santa de 1870, cuando la tranquilidad cotidiana del palacio “San José” se vio abruptamente alterada por el asalto de una turba de jinetes armados que a los gritos de “¡muera Urquiza!” y “¡viva López Jordán!”, irrumpió violentamente a través del portón posterior de la casa, ubicado entre la capilla y la pulpería.
El resultado final es bien conocido y ha sido exhaustivamente estudiado y difundido: el vil asesinato del gobernador de la provincia de Entre Ríos, general Urquiza, por un grupo de unos cincuenta sediciosos y sicarios, entre los que se contaba un solo entrerriano, el capitán José María Mosqueira, de Gualeguaychú.
Desaparecía así, en forma trágica, el fundador de este histórico Colegio, principal artífice de la Unidad y Organización Nacional, primer presidente Constitucional de la Confederación Argentina, bajo el amparo de una Constitución democrática, víctima de una rebelión armada contra el gobierno de la provincia, violentando el orden legal constituido, mediante el recurso de la fuerza.
El plan para la eliminación física y política del general Urquiza había sido ideado y detalladamente preparado por quien fuera uno de sus colaboradores preferidos, a quien apreciaba especialmente, Ricardo López Jordán (h), figura con perfil y méritos propios, con destacadas actuaciones en diversas campañas militares y gestiones políticas de gobierno. Los últimos preparativos y detalles del siniestro plan quedaron fijados en una reunión que tuvo lugar pocos días antes del crimen en la estancia de López Jordán, cerca de la actual ciudad de San Salvador y que, –paradójicamente- le había sido obsequiada por Urquiza como muestra de afecto y agradecimiento por sus servicios. Los complotados se organizaron en dos grupos: uno atacaría el palacio “San José”, partiendo desde la estancia “San Pedro” y el otro tendría a su cargo la eliminación física de dos de los hijos de Urquiza, en Concordia, precisamente aquellos que tenían el mando de tropas.
Lamentablemente todo se cumplió con precisión absoluta, lo que demuestra que nada fue al azar ni producto de las acciones del momento. En breves instantes se cometió uno de los más indignos magnicidios de nuestra historia, sepultando por décadas el progreso de la provincia y el bienestar de su pueblo.
El mismo día –y casi a la misma hora- en que moría asesinado el general Urquiza en las habitaciones interiores de su residencia, eran masacrados con inaudita crueldad el coronel Waldino de Urquiza Calvento, Comandante de las Milicias del departamento Concordia, a quien más temían los complotados por su prestigio personal y político, y su hermano, el coronel Justo Carmelo de Urquiza Zambrana, Jefe Político de la ciudad de Concordia, quién murió apuñalado en el pecho en el hotel donde se encontraba y su cuerpo abandonado y oculto en un bañado del arroyo Yuquerí.
Es muy claro que estos tres asesinatos casi simultáneos y en lugares distantes entre sí no fueron casuales, ni provocados por desbordes pasionales, sino premeditados. López Jordán había aspirado a ser gobernador en 1864, cuando debió resignar su candidatura en favor del ministro Domínguez y luego en 1868 cuando el propio Urquiza se postuló a la gobernación una vez más. Su frustración y su desacuerdo con algunas posturas políticas esgrimidas por su jefe, lo llevaron a anteponer sus ambiciones personales por sobre el interés general del pueblo de la provincia, rebelándose contra los poderes constituidos. Cuando en una provincia, de una Nación institucionalmente organizada, se produce un movimiento sedicioso para deponer al gobernador en ejercicio, electo legalmente, su jefe se coloca en rebeldía contra todos los poderes constitucionales, provinciales y nacionales.
Nefastas fueron las consecuencias para los entrerrianos de tan criminal accionar por parte de López Jordán y sus partidarios, no sólo en esa primera intentona sediciosa que culminará en desastre total en enero de 1871, sino también en los siguientes levantamientos de 1873 y 1876, cuando el general Urquiza ya no existía, y que culminaron en la misma forma. A partir de esos acontecimientos, Entre Ríos perdió definitivamente la preeminencia que bajo el influjo de Urquiza, supo sustentar en el concierto de las provincias argentinas.
Al momento de su asesinato, Justo José de Urquiza era una figura consular. General invicto de tantas batallas, había concluido con la dictadura de Juan Manuel de Rosas, enquistada en el poder con facultades discrecionales. A su coraje, visión de estadista y sano patriotismo, el país le debe su Libertad y la Organización Nacional, con la Constitución de 1853. Bajo su mandato patriarcal la provincia prosperaba. Sus iniciativas comerciales e industriales parecían no tener límites: inversiones, proyectos, industrias, exportaciones, obras públicas, desarrollo, orden y progreso. La Educación Pública fue uno de los ejes fundamentales de su acción de gobierno, donde destaca la fundación de este histórico Colegio del Uruguay, ya próximo a cumplir 175 años, el más antiguo del país en su tipo. Toda iniciativa provincial o nacional contaba con Urquiza, siempre dispuesto a acompañar cualquier emprendimiento útil para sus conciudadanos. Todo ello se frustró a partir de los levantamientos jordanistas. Entre Ríos hubo de ser intervenida por el gobierno nacional con los consecuentes enfrentamientos armados entre hermanos, que costaron sangre, sufrimientos y penurias de todo tipo a los entrerrianos, además de las pérdidas económicas y la decadencia política provincial en el ámbito nacional. Miles de entrerrianos muertos, familias destrozadas, campos de cultivo arrasados, rodeos ganaderos diezmados y Urquiza eliminado de la escena política nacional como querían los porteños, que cinco veces habían intentado matar al general sin éxito.
A 154 años de ocurridos estos desgraciados sucesos debemos reflexionar sobre las lamentables consecuencias que siempre devienen del accionar violento de individuos o grupos facciosos que anteponen sus propias apetencias, vanidades o ambiciones por sobre el interés general, acudiendo para ello a los atentados o asesinatos que sólo sirven para alterar o interrumpir el orden jurídico-institucional establecido, bajo la tutela de la Constitución y las leyes, tal como nos fuera legado por Urquiza.
Dijo de él Sarmiento: “El general Urquiza ha sobrevivido a su muerte violenta. La Constitución Argentina y la Unión de la República bajo las mismas instituciones de Gobierno, lo tienen a su frente. Y si el 3 de Febrero de 1852 perpetúa el día en que fueron rotas las cadenas de la tiranía, el de su muerte servirá para deplorar un crimen inútil pues la gloria legítima resiste la destrucción del tiempo…”.
Nada puede oscurecer los logros patrios de Justo José de Urquiza; equivocaciones en una larga actuación pública, ceden ante trascendentales beneficios para los intereses nacionales. El transcurso de los años, que madura opiniones, ha juzgado su reputación y la ha favorecido, porque a pesar de los errores, sus cualidades y los grandes resultados que produjo prevalecen sobre críticas circunstanciales.
Si el silenciar defectos no es hacer Historia, retacear el elogio no es hacer Justicia.
Nada más. Muchas gracias.
Arq. Carlos Canavessi.
Centro Cultural Urquiza.